Por Agustín Ochoa Ortega. Hay algo intrínsecamente humano en el acto de escuchar. En la cacofonía digital de nuestra era, donde la información visual nos bombardea constantemente, el Teatro Municipal Roma de Avellaneda nos ofrece un refugio sonoro, una invitación a redescubrir la magia de la voz y el poder de la narrativa. En esta ocasión, el Salón de los Encuentros se vistió de gala para recibir una función especial de "Cuánto Vale una Heladera", la aclamada obra de Claudia Piñeiro, protagonizada por la talentosa Carolina Papaleo.
La propuesta era simple, pero profunda: cerrar los ojos y dejarse llevar, o abrirlos bien grandes y contemplar la puesta en escena minimalista que permitía que las palabras y los efectos de sonido cobraran protagonismo. Una experiencia teatral que trascendía lo visual para tocar la fibra sensible de la imaginación.
En una conversación exclusiva con A SUBIRSE A LAS TABLAS, Carolina Papaleo compartió su entusiasmo por regresar al Teatro Roma con esta nueva propuesta: "La verdad que maravilloso. Es un lugar que ya conocía y es un placer volver. Es una comedia divina haciendo radioteatro, poder seguir haciéndole homenaje al radioteatro", expresó con palpable emoción. Su conexión con el espacio y el género era evidente, transmitiendo una pasión que se reflejaría luego en su interpretación.
"Cuánto Vale una Heladera" no es simplemente una comedia; es un espejo que refleja la burocracia absurda que a menudo define la experiencia argentina. La obra nos introduce a la historia de una mujer cuya heladera sucumbe a una repentina sobrecarga eléctrica. Lo que debería ser un simple reclamo se transforma en un laberinto kafkiano, una pesadilla administrativa desencadenada por un detalle aparentemente insignificante: la ausencia de la "ñ" en su apellido en la factura de la luz.
Lo que comienza como la búsqueda de una compensación económica se convierte en una lucha desesperada por validar su propia identidad, por demostrar que existe, por justificar su derecho a una heladera funcional. La obra, con su humor mordaz y situaciones hilarantes, nos confronta a la frustración, la impotencia y la perseverancia que implica navegar por un sistema burocrático implacable.
Papaleo profundizó sobre la trama de la obra, destacando la genialidad de Claudia Piñeiro: "La verdad que es muy gracioso. Está escrita por Claudia Piñeiro. Así es el apellido de la protagonista de esta comedia, que tiene un pequeño percance, se le corta la luz, vuelve y cuando vuelve la rompen la heladera, la electricidad, el exceso de electricidad. Y tiene un problema que en las facturas no aparece la ñ, entonces de eso se trata. La cantidad y las peripecias que tiene que hacer, nada más que le paguen para que le paguen la heladera, termina con abogado, termina en todo un delirio divino que es esta comedia que acaba de disfrutar el público".
"Cuánto Vale una Heladera" es una obra que nos invita a reírnos de nuestras propias desgracias, a encontrar humor en el absurdo y a reflexionar sobre la complejidad de la identidad y la burocracia en la Argentina contemporánea. Más allá de la risa, la obra deja una huella profunda, una resonancia que nos recuerda la importancia de la empatía y la necesidad de cuestionar las estructuras que nos oprimen. En un mundo cada vez más ruidoso y visual, "Cuánto Vale una Heladera" nos ofrece un oasis de escucha y reflexión, un recordatorio de que a veces, las historias más poderosas se cuentan con la voz y el silencio. El Teatro Roma, una vez más, se confirma como un espacio vital para la cultura y el encuentro en Avellaneda.
Lo especial de la noche residió precisamente en el formato elegido. En un mundo dominado por la imagen, el radioteatro nos obliga a cerrar los ojos y a construir nuestros propios escenarios, a visualizar a los personajes y a sentir sus emociones a través de la sutil modulación de la voz y los efectos de sonido cuidadosamente elaborados.
Y en el centro de esta magia, brilló con luz propia Carolina Papaleo. Su actuación fue una clase magistral de actuación vocal. Sin la necesidad de grandes despliegues físicos ni vestuarios elaborados, la actriz logró transmitir la complejidad de su personaje, sus frustraciones, su ironía, su desesperación, utilizando una paleta de matices, pausas y tonos que demostraron su profundo dominio de la técnica vocal. Cada inflexión, cada silencio, cada cambio de ritmo contribuía a construir la imagen del personaje en la mente del espectador. Fue una lección sobre cómo la voz, cuando se utiliza con maestría, puede ser un instrumento de comunicación extraordinariamente poderoso.
Más allá del puro deleite artístico, la propuesta de Papaleo resonó con una motivación más profunda. Tal como ella misma reveló, "el rescate del radioteatro, más allá de la obra, tiene que ver con ese contenido. Y llevar algo que es absolutamente popular, que la gente se divierte, que pasa el rato y que vea a los actores que somos arriba del escenario, haciendo el símil del radioteatro, porque es presencial". En estas palabras se vislumbra una intención clara: democratizar el acceso a la cultura y conectar con un público amplio a través de un formato accesible y cercano. El radioteatro, en su esencia, es un arte popular, un entretenimiento accesible a todos, independientemente de su condición social o económica. La propuesta de Papaleo reivindica este carácter popular, buscando ofrecer un espacio de disfrute y reflexión a un público diverso.
La reflexión final de Papaleo sobre la importancia del radioteatro es especialmente relevante en el contexto actual: "es otra de las maneras de expresarse, porque en realidad, a diferencia de una obra de teatro, la verdad que los costos para poder presentarla son mucho más accesibles y entonces todas esas reúnen las condiciones como para, en este momento que estamos atravesando lo que estamos atravesando, poder presentar y que el público reciba una obra de teatro". En un panorama donde los costos de producción teatral pueden ser prohibitivos, el radioteatro se presenta como una alternativa viable y sostenible. Su bajo costo de producción permite llevar historias a un público más amplio, democratizando el acceso a la cultura y fomentando la creación artística en un contexto económico desafiante.

