Un 15 de abril de 1919 nació en Uruguay Alberto Breccia, un artista indiscutido que dejó una huella universal en la historia de los comics y en las galaxias donde habitan sus personajes.
Maestro, dibujante, ilustrador, artista comprometido con su
época, experimentador nato, Breccia creó un estilo único y personal que rompió
el molde y transformó para siempre el lenguaje de historieta argentina y mundial.
Desde su primera publicación "Mariquita
Terremoto", en 1941, sus personajes no pararon de nacer. Sherlock Time,
Ernie Pike, Mort Cinder y una adaptación de El Eternauta, fueron de sus
producciones más admiradas realizadas junto al gran guionista Héctor
Oesterheld.
Publicada por primera vez en 1941 en la Revista Espinaca |
"El viejo tenía una relación saludable de amor/odio con la historieta, que lo aburría como lector y lo potenciaba como artista. Por eso trabajaba contra lo que veía, trabajaba contra su increíble facilidad, contra sus propias y ocasionales soluciones. Estuvo más de medio siglo encontrando respuestas diferentes para cada desafío: Vito Nervio es clásico; Pancho López es nuevo; Sherlock Time es la perfección y el límite de un camino; Mort Cinder es una revolución; El Eternauta y Lovecraft, sus definitivas versiones del horror; y Perramus, las sombras y el claroscuro grotesco de los años terribles, describió el periodista y escritor Juan Sasturain, actual director de la Biblioteca Nacional, amigo y biógrafo de Alberto Breccia.
Alberto Breccia y Juan Sasturain se conocieron en el año
1981 durante un reportaje para la revista Súper Hum®. Sasturain arañaba los
cuarenta años y Breccia los setenta. Más allá del reconocimiento público,
Sasturain sabía muy bien quién era "el viejo". De niño había admirado
a Vito Nervio; de adolescente se había deslumbrado con las peripecias de
Sherlock Time narrados en los magníficos guiones de Oesterheld. Ya adulto, dio
clases en la facultad con las versiones de Breccia de los cuentos El corazón
delator, de Edgar Allan Poe y La gallina degollada, de Horacio Quiroga.
Desde aquel primer encuentro la relación se fue consolidando
y trabajaron juntos durante más de seis años. Se hicieron amigos, fueron
suegro/yerno, y compartieron numerosas tardes de otoño en la casa de Breccia, en
Haedo. Muchas de esas conversaciones quedaron grabadas en las cintas magnéticas
de los añorados TDK. Más de doce horas de charlas informales que, 26 años más
tarde, el periodista las compartiría en la publicación Breccia, el viejo.
Conversaciones con Juan Sasturain.
Alberto Breccia |
La dupla Breccia-Sasturain compartió proyectos inconclusos, adaptaciones de cuentos latinoamericanos y hasta historias comunes de cuatrocientas páginas producto de infinitas horas de trabajo. Juan Sasturain recuerda algunos pasajes de esas aventuras.
PERRAMUS
"Por qué no escribís un guion, una serie de aventuras
que pueda ser vendible en Europa", le dijo Breccia a Sasturain una tarde
de finales del año 1981.
"Siempre he dicho que la sensación fue como si Pichuco se me hubiera acercado y me hubiese dicho: ‘Pibe, tengo este tanguito, ponele letra…’ Algo así. Me quedaba grande. Jamás había escrito un guion de nada. El resultado fueron las primeras ocho páginas de Perramus. Le gustó y seguimos. La historia resultó 'difícil', demasiado intelectual y poco vendible según pronósticos y evidencias. Él la bancó, se entusiasmó, se rompió todo, como siempre", recordó Juan Sasturain.
Perramus cuenta la historia de un hombre que decide olvidar.
A Perramus, el hombre sin nombre, el olvido conseguido le permite avanzar y
enfrentar los peligros y, a diferencia de Juan Salvo, el protagonista de El
Eternauta, la salvación que encuentra Perramus nunca es colectiva.
La introducción de la historia cuenta: "Acosado por el
miedo y el peso intolerable de una cobardía, un hombre pedirá el olvido y le
será concedido. Cuando despierte, desnudo en un lecho de amor que desconoce y
junto a la mujer que ha devorado su tiempo como una madre la placenta de su
cría, será otro o -mejor- será nadie".
La comenzaron a escribir en el ocaso de la dictadura
militar. La temática oscura y trágica que atraviesa la historia es un reflejo
de lo que sus autores estaban viviendo. La historieta se publicó en Italia,
Francia y España. En 1984, a cuentagotas, se comenzaron a ver algunas viñetas
en la revista Argentina Fierro. En 1989 apareció recién la edición en formato
libro con las dos primeras partes de la saga.
"Con interrupciones, trabajamos a lo largo de todos los
ochenta: cuatro largas historias, casi cuatrocientas páginas tan deslumbrantes
como complicadas de colocar en el mercado. Hubo reconocimientos múltiples,
algún premio, bellas ediciones, el placer enorme de hacerla y poca guita. Nunca
tocó un guion aunque trabajamos en equipo y sobre el final nos separaban varios
tipos de distancia. Ahí está la obra: lo que sé del oficio, lo aprendí de
él", contó Sasturain.
Viñetas correspondientes a la historieta Perramus |
EL DIBUJADO
A mediados de los años ochenta nació un nuevo proyecto que
se llamó El dibujado. Para Sasturain esas doce páginas de historias eran un
homenaje al trabajo y la creatividad de dos hombres que lo habían marcado a
fuego desde su infancia y para siempre: Oesterheld y el Breccia, el
"viejo", como le decían los amigos.
"La idea era que se tratara de un personaje creado años
atrás por Breccia y Oesterheld que, por circunstancias del momento, se había
quedado sin aventuras, sin desarrollo, incluso sin nombre. A diferencia de los
demás participantes de la historia, que en la ficción eran 'de carne y hueso',
él era realmente 'dibujado' y, como tal, sólo podía vivir aventuras adecuadas a
su condición. La serie pretendía desarrollar peripecias no realistas,
coherentemente inverosímiles. Pero no pudo o no quiso ser".
EL DIBUJANTE
Alberto Breccia murió un 10 de noviembre de 1993. Desde
entonces y por iniciativa de la Asociación de Dibujantes de Argentina, en esta
fecha se celebra el Dia Nacional del Dibujante, en honor a ese gran hombre
amaba dibujar.
"Nadie más dibujante que el Viejo Breccia. Porque le gustaba dibujar. Así de simple, como se dice de los pibes. La profesión no le quitó el gustito. Aunque solía pintar, en el fondo sólo lo hacía para soltarse, des automatizar la mano; y aunque era un gran ilustrador -terminó, en los últimos días, una serie sobre los cuentos de Borges- amaba sobre todas las cosas la miseria y la gloria del relato en cuadritos, ahí donde debía dibujar", concluyó Juan Sasturain.