Por Agustín Ochoa Ortega. El reconocido periodista Rolando Graña, figura destacada en el panorama informativo argentino, ha dado un giro inesperado en su carrera al debutar en el mundo de la literatura con su primera novela, "30 Toneladas de Billetes". Esta obra, publicada recientemente, se presenta como un thriller de espionaje que entrelaza personajes clave del siglo XX con una historia de amor ambientada en la convulsa Buenos Aires de 1938.
Lejos de ser un mero ejercicio de imaginación, "30 Toneladas de Billetes" encuentra su génesis en la meticulosa investigación y la aguda observación que caracterizan el trabajo periodístico de Graña. La novela se inspira en una serie de hechos históricos concretos que, al capturar la atención del autor, lo impulsaron a construir una trama fascinante y compleja. La Argentina de 1938, convertida en un centro neurálgico para el lavado de dinero nazi, sirve como telón de fondo para esta historia. En ese contexto, Graña sitúa a un espía británico comunista que pierde contacto con su superior en la frontera franco-española, un encuentro que nunca llega a concretarse. A esta situación se suma la asunción de un nuevo presidente en Argentina, y un dato personal que conecta al autor con la trama: la presencia del padre de Rolando Graña en Buenos Aires durante ese mismo período.
En una entrevista exclusiva concedida a A SUBIRSE A LAS TABLAS, Graña desveló las claves del proceso creativo que dio vida a "30 Toneladas de Billetes": “En esos cuatro datos reales, en el medio metí un agujero negro y apareció la ficción, digamos, y la historia que conté. Pero son cuatro datos reales ciertos. Incluso yo cito muchas veces en la novela párrafos reales de libros que refrendan lo que estoy contando”. Esta declaración revela la audaz estrategia narrativa empleada por el autor, que consiste en fusionar la realidad histórica con elementos puramente ficticios, creando una atmósfera de verosimilitud que atrapa al lector desde la primera página.
Graña describe su novela como “una peli de ficción donde de pronto aparece un fragmento de un documental, ¿sí? Eso es la novela. Pero a partir de cuatro datos reales dije que acá se podía contar una buena historia”. Esta analogía cinematográfica ilustra a la perfección la técnica empleada por el autor, que intercala fragmentos de información verídica con la narrativa de ficción, generando un efecto de extrañamiento que obliga al lector a cuestionarse constantemente la línea divisoria entre la verdad y la mentira.
La trama de "30 Toneladas de Billetes" gira en torno a Rogelio Pastrana, un periodista especializado en turf que trabaja para el diario Crítica. Inesperadamente, Pastrana se ve arrastrado a un peligroso mundo de espionaje y conspiraciones que desafían su visión del mundo. A su lado, figuras enigmáticas como Kim Philby, el renombrado espía inglés, aportan una dimensión de intriga internacional a la narrativa. Bernardo Mitvein, un judío perteneciente a la Zwi Migdal que paradójicamente colabora con los nazis, encarna la ambigüedad moral que caracterizó a la época. Esther Binder, una actriz de renombre y el gran amor de Pastrana, introduce un elemento de pasión y glamour a la historia. Un coronel del ejército argentino y una actriz secundaria llamada Eva completan el elenco de personajes principales, cada uno con sus propios secretos y motivaciones ocultas.
Un fragmento de la novela resume de manera elocuente la complejidad y el peligro que implica la vida de un espía: "Si miro mi vida hoy, el panorama es desolador. Estoy huyendo al otro lado del mundo con una muerte a cuestas. ¿Volveré alguna vez a Europa? Una cosa es ser revolucionario; otra ser espía. Mis maestros me dijeron que para ser un buen agente había que estar tranquilo, relajado. Que ser espía no era distinto de ser actor. Con una diferencia: si los actores actúan mal, se bajan del escenario abucheados. Si los espías actúan mal, mueren". Esta reflexión profunda revela la pesada carga emocional y el constante peligro que enfrentan aquellos que se dedican al espionaje, una profesión donde la línea entre la vida y la muerte es tenue y la traición acecha en cada esquina.
La impactante portada de "30 Toneladas de Billetes" ofrece una ventana visual a la atmósfera opresiva de la novela. En ella, se vislumbra una sombra amenazante, ataviada con la indumentaria característica de un espía, proyectándose sobre el mundo. Un símbolo inconfundible, la cruz esvástica, sugiere la omnipresente influencia de la Alemania nazi. "Los nazis y la sombra. Lo que aparece en la tapa es una sombra. En 1938 los nazis eran una sombra que se proyectaba sobre el mundo," explicó Graña con elocuencia. "El único escritor que lo había visto y entendido era Roberto Arlt y lo escribía en sus columnas en el diario El Mundo. Ese es el valor de los tipos que son lúcidos porque alguien siempre va a mirar tu laburo desde otra perspectiva o desde otro lugar.".
"30 Toneladas de Billetes" se presenta como una propuesta literaria audaz e innovadora que combina la rigurosidad histórica con la libertad creativa de la ficción. Rolando Graña, con su debut en la novela, demuestra su versatilidad como narrador y su capacidad para abordar temas complejos con una mirada crítica y perspicaz. La obra, sin duda, invita a la reflexión sobre un período clave de la historia argentina y a cuestionar las verdades establecidas.
Admiración por Jorge Luis Borges
El reconocido periodista Rolando Graña, figura destacada del periodismo argentino y conductor del exitoso ciclo televisivo GPS, reveló recientemente su profunda admiración por la obra de Jorge Luis Borges. En el marco de la 9na edición de la Feria Internacional del Libro en Almirante Brown, Graña visitó la Casa Borges, ubicada en Adrogué, una propiedad que perteneció a Leonor Acevedo de Borges, madre del escritor, y que se erige como el único hogar habitado por el autor abierto al público. Este espacio emblemático se ha convertido en un punto de encuentro para los amantes de la literatura borgeana y un testimonio tangible de la vida del escritor.
Durante una conversación con A SUBIRSE A LAS TABLAS, Graña compartió detalles sobre cómo nació su fascinación por Borges, atribuyéndola en gran medida a la influencia de la fallecida Beatriz Sarlo, a quien conoció mientras cursaba la carrera de Letras en la Universidad Nacional de Buenos Aires. "Había empezado leyendo otro tipo de autores hasta que me empezaron a explicar qué había en el mundo de Borges. Quien más y mejor me lo explicó fue Beatriz Sarlo, que acaba de morir el año pasado, que fue una inmensa profesora de literatura para todos nosotros y yo tengo una sensación agridulce con ella como pensadora", explicó Graña.
A pesar de esa sensación "agridulce" que experimenta con respecto a Sarlo, debido a su perspectiva sobre el peronismo, un movimiento político y social del que ella misma provenía, Graña la considera como su "mejor profesora de literatura". Destacó que Sarlo ofrecía una visión particular de Borges, que se diferenciaba de la interpretación internacionalmente difundida. "Beatriz Sarlo nos enseñó a nosotros a apreciar las contradicciones que había en el Borges que escribe el sur, ambientado justamente en Adrogué, que escribe los cuentos vinculados a la tradición de la violencia argentina como Tadeo Isidoro Cruz, como Emma Suns. Ella nos enseñó a ver qué había abajo de esa literatura maravillosa, de esa prosa perfecta, en el Borges criollista, digamos, no en el Borges universalista."
Esta visión, que enfatiza el Borges arraigado en la realidad argentina, en sus tradiciones y conflictos, fue fundamental para que Graña pudiera apreciar la profundidad y complejidad de su obra. "Y a partir de ahí, nada, es como la Biblia, que de vez en cuando uno agarra, yo tengo las obras completas de Borges, y agarras una hoja y decís ¡Qué hijo de puta que bien escribía!", confesó Graña, revelando su admiración por la maestría literaria del autor.
El periodista también compartió una anécdota divertida sobre un encuentro fortuito con Borges en la calle. "Cuando él vivía en Maipú y Marcelo T. Alvear, muy cerca de Plaza San Martín, hay una placa ahí que recuerda a donde vivía Borges, y él ya estaba ciego, y yo venía doblando por Marcelo T. Alvear, venía caminando rápido porque iba a laburar, y me lo llevé por delante y casi lo siento, de culo, un papelón. Imagínate, porque además lo reconocí, le dije ¡No, perdón, maestro, discúlpeme! Iba con María Kodama, es un bochorno, pero bueno", relató Graña entre risas.
La visita de Rolando Graña a la Casa Borges en Adrogué, su relato sobre la influencia de Beatriz Sarlo en su apreciación de la obra de Borges, y la anécdota de su encuentro accidental con el escritor, pintan un retrato de un intelectual comprometido con la cultura argentina y profundamente conmovido por la obra de uno de sus mayores exponentes. Su testimonio sirve como un recordatorio de la importancia de la literatura como herramienta para comprender la realidad y como fuente de inspiración y deleite.