Es otra de las grandes obras que realizó Raúl Soldi, la podemos apreciar en uno de los Teatros más importantes del mundo: el Teatro Colón.
El actual, fue inaugurado en 1908, y su padre Ángel Soldi, que era violoncelista, tocó en ese gran evento con el resto de la orquesta la ópera Aida de Verdi. Desde pequeño acompañaba a su padre a los ensayos, sin pensar que años más tarde, siendo uno de los artistas plásticos argentinos más importantes del siglo XX, iba a decorar la cúpula.
La cúpula original había sido pintada por el artista francés de apellido Jambón, la cual se deterioró en la década del '30. Cuando se decide encarar el proyecto para recuperar ese esplendor de la altura, aparece en escena un amigo de Soldi: Manuel Múgica Laínez. Este, justo regresaba de París, y viendo allí el trabajo que había realizado Marc Chagall en la Ópera de París, habló con Soldi y le dijo que era el único que puede realizar este trabajo, no sólo por la técnica, sino por la majestuosidad que debía plasmarse.
Raúl Soldi aceptó, y trabajo en los talleres del Teatro San Martín durante 5 meses, le trajeron los lienzos desde Francia, tenía su atelier y todos los elementos para trabajar.
ALEGORÍA A LA MÚSICA, AL CANTO Y AL BAILE... Así la tituló, ya que su inspiración fueron los mismos artistas que desplegaban su arte sobre el escenario. 318 metros cuadrados, óleo pintado sobre lienzo, aplicando la técnica muralista decoupage.
Por este gran legado, Raúl Soldi demuestra su trayectoria como artista y su generosidad como persona: no acepto cobrar honorarios.
"Yo pinto música, el músico que nunca pude ser. Mi padre era violonchelista y hubiera querido ser como él”, confesaba Raúl Soldi.