Por Agustín Ochoa. Corría el año 1998 cuando Tambó Tambó irrumpe en la música con un estilo distinto al que se venía escuchando en la movida tropical. Hasta ese momento predominaban los instrumentos melódicos, que eran la guitarra y el teclado, pero este conjunto decide innovar con el acordeón, una decisión que marcaría el antes y el después en este género tan alegre y bailable.
La voz dulzona de Diego Mujica cantando hipnotizó a las muchachas de la movida tropical. Se trata de uno de los cantantes más carismáticos de toda la movida. Sus presentaciones provocan una euforia adolescente difícil de controlar, que ya es una marca registrada de sus multitudinarios shows.
En este marco, A SUBIRSE A LAS TABLAS conversó en exclusiva con el líder y vocalista de Tambó Tambó, Diego Mujica, sobre la actualidad de la banda; la carrera de su hijo Agustín; las primeras presentaciones; y su relación con Rodrigo.
¿Cuál es la actualidad de Tambó Tambó?
Nos encontramos en algo de movimiento a pesar de la pandemia. Venimos hace dos semanas de Bolivia luego de estar un mes y medio allá trabajando. Tenemos que grabar videos de algunos de nuestros temas, pero son con algo de público y lamentablemente estamos esperando un mes más, creo que se va a empezar a abrir un poco el panorama y vamos a poder hacer algunas cosas. Por lo pronto viendo si vamos a realizar algún teatro, que está muy difícil, pero se abre por lo menos entre el 30 y 50 por ciento en algunos. Tambo Tambo está dependiendo del gobierno que lo deje salir a trabajar o no.
También, estoy produciendo a mi hijo Agustín, que también estamos buscando el rumbo para ver donde lo mandamos porque está teniendo una gran aceptación en el público de la movida tropical y en el de no de la movida tropical. Está en una edad justa y hay que contemplar un montón de situaciones, como el estilo musical; ver para dónde arranca; está seleccionando canciones propias y de otros compositores, que están mandando continuamente temas propios de la edad de él.
¿Qué te genera compartir escenarios, salas de ensayo con tu hijo Agustín?
Lo estamos empezando a superar. Cantar con mi hijo me mueve fibras que uno no sabía que las tenía porque uno se siente híper orgulloso; una mezcla de sensaciones de nervios, vos no dejas de pensar de vos y pasas a pensar en tu hijo. Cada cosa que él hace siento sensaciones de orgullo cuando veo la cara de la gente cómo lo escucha con qué atención le prestan. Cuando veo que hace algún arreglo con la voz, que yo no le había escuchado hasta ese momento y mira que le conozco todas las facetas, los gestos, o arriba de un escenario, me llena de emoción y orgullo.
¿Qué recuerdos tenes de tus primeras presentaciones?
Mis primeras presentaciones también fueron mezcla de sensaciones y emoción, pero lo tapaba el nerviosismo. Recuerdo que antes de salir a laburar; cuando terminaban los shows y la noche siempre vomitaba. No era que vomitaba veinte veces, sino cuando salía de mi casa que era clásica; y cuando volvía a mi casa. Después durante la noche teníamos que parar la camioneta porque vomitaba. No tomaba nada; tomaba agua; trataba de no comer. Creo que era el sentimiento de responsabilidad que uno tenía; de querer que todo salga bien; y el nerviosismo lógico de emprender con algo que para mí hasta ese momento era desconocido. Me estaba metiendo en un terreno que era nuevo para mí. Así que esos son los recuerdos: hermosos, pero al mismo tiempo de mucho nerviosismo.
¿Cuál es el secreto para que Tambó Tambó siga en vigencia?
El trabajo es lo principal. El dejar la vida en cada show y escenario. La mejor publicidad, que uno puede generar, es el boca a boca siempre al margen de todo este tipo de videos; los celulares y las plataformas ayudan al mil por ciento a que te hagas conocido. Para lograr la vigencia tenes que dejar el alma en cada partido y escenario. Tengo las palabras muy grabadas cuando una vez Rodrigo me dijo a mí que “el disco se vende desde el escenario”. Las canciones las tienes que vender vos desde el escenario y eso es lo que trato de hacer. Cuando cantas una canción nueva, hay que meterle el alma y mezclarla entre medio de un show que ya la gente la tiene totalmente asimilada y aceptada; entonces de esa manera se quedan pensando en el tema nuevo al otro día y eso es lo que los obliga a querer escucharlo nuevamente. Ahí se produce la magia de la venta. El secreto de la vigencia no lo sé, pero es la perseverancia y el nunca querer bajar los brazos.
¿Cómo era tu relación con Rodrigo? ¿Qué enseñanzas te dejo?
Enseñanzas miles. El furor que se conoció de Rodrigo fue dos años después de que salió Tambo Tambo, que hace pie en la movida tropical en el ‘98, mientras que Rodrigo explota en el 2000. Entonces esos dos años que yo tuve la posibilidad de convivir en la oficina de Gozalo con Rodrigo, me llevaron a generar una admiración por un tipo que todavía no era el Rodrigo que todo el mundo conoció. Yo lo admiraba por el carácter y carisma que tenía mucho antes de que la gente le diera bolilla. De hecho Tambo Tambo salía y llenaba los bailes y Gonzalo vendía atrás a Rodrigo. Muchas voces dijeron que Diego se colgó de Rodrigo porque estaban en la misma oficina y no me colgué de nadie.
Desde el primer momento que entré a la oficina de Gozalo vi una foto de Rodrigo debajo del escritorio y el primer artista que vi arriba del escenario sin ser artista fue a Rodrigo en una despedida de fin de año de trabajo. No le daba bola nadie en ese momento a Rodrigo porque el cuarteto era muy difícil meterlo en Buenos Aires. Pero cómo miraba siempre los escenarios; se movían los músicos, dije este es un genio, y al poco tiempo tuve la suerte de conocerlo; entonces lo felicité y el me dijo por teléfono:- “pedazo de culeao! No puedo creer que Tambo Tambo me esté llamando para felicitarme a mí. Vamos a comer un asado”. A partir de ahí arrancó la amistad, que gracias a Dios tuve la oportunidad de ir a teatros; cantar con él; y hacer ese video, que sin querer hasta el día de hoy sigue teniendo millones de visualizaciones.