Una placa recuerda que allí vivió José Luis Romero. Ph: Claudio Canto |
Por Agustín Ochoa. Grandes personalidades de la cultura, historia, literatura y música vivieron en Almirante Brown. Uno de ellos fue el destacado historiador José Luis Romero quien residió en Adrogué, precisamente en Cerretti 918, de 1909 al 1977. Durante la década del ‘50, solía visitarlo Jorge Luis Borges con quien recitaban poemas y charlaban sobre diferentes temas de la época en la galería de la vivienda.
En el libro “Brown, una historia compartida” de Felipe Pigna, Luz Romero, hija de José Luis, recordó: “Nosotros vivíamos en Palermo y mi padre empezó a ir a Adrogué para dar clases en el Instituto Americano, un antecedente del Colegio Nacional. Entonces se hizo muy amigo de Eduardo Muñiz, que después fue vicedirector, alquiló una casa un verano, empezó a recorrer el pueblo, a conocerlo; después fuimos a vivir a una casa grande de la Calle Cerretti”.
Su pasión por la carpintería lo llevó a reconvertir un viejo gallinero en un taller de carpintería donde fabricaba los muebles de la casa, entre ellas las siete bibliotecas. "Para hacer carpintería él se ponía ropa muy vieja. Tenía un aspecto deplorable pero feliz, y cantaba: tango, folclore, arias de ópera", narró Luis Alberto Romero, otro de sus hijos, durante una conversación con el Diario La Nación.
"Mi papá había sido boxeador en su juventud, así que necesitaba gastar energía física, tenía un pequeño taller con sus herramientas para fabricar muebles y le gustaba hacer el jardín por las mañanas, dos o tres veces por semana, trabajaba en algo físico", rememoró Luz Romero en el libro "Brown, una historia compartida.
En esa misma línea, Mariana Horlent, nieta de José Luis Romero, evocó: "A mi abuelo le gustaba mucho ocuparse del jardín y la carpintería. En un momento, compró un terreno en Pinamar y construyó una casa. Y muchos de los muebles que estaban en esa casa los hizo mi abuelo en su taller: camas, mesas, mesitas de luz".
"Me acuerdo una vez que nos recibió con muebles para muñecas. Había hecho un armarito y una cama. Cuando veníamos de visita teníamos una especie de rutina. Primero íbamos a su estudio y nos hacía girar en la silla giratoria, a la tarde nos llevaba a Trote, donde nos tomábamos una chocolatada y un pebete de jamón y queso, y después íbamos a la calesita", comentó Marina Horlent.
José Luis Romero recibía en su hogar al escritor Jorge Luis Borges, quien vivía a una cuadra, llegando al punto de escribir un cuento policial, pero que lamentablemente no quedó registro del mismo. "(...) A veces al atardecer llegaba Borges a mi casa sin avisar y charlaba; en verano se juntaban en la galería; Borges le recitaba poesía en lengua anglosajona; mi papá era medievalista", detalló Luz Romero.
Finalmente, Romero fallece en febrero de 1977 y la casa se tuvo que vender. “Tuvimos que sacar todas las cosas que habían formado parte de nuestra vida de los lugares recónditos donde habían quedado. Entre ellas, mi colección de revistas El Gráfico. Crucé el jardín e ingresé al taller, que estaba intacto, donde tomé una tenaza negra que aún conservó", contó Luis Alberto Romero al Diario La Nación.