Hoy, 27 de febrero, celebramos el nacimiento de Miguel Ángel Santoro, conocido cariñosamente como “Pepe”, uno de los arqueros más emblemáticos de la historia de Independiente y del fútbol argentino. Nacido en Sarandí en 1942, Santoro se convirtió en un símbolo del club rojo y en un referente para las generaciones más jóvenes que aspiran a seguir sus pasos en el mundo del fútbol.
La trayectoria de Santoro en Independiente es digna de un auténtico épico. Defendió el arco en 343 ocasiones, un número que no solo habla de su longevidad en el equipo, sino también de su consistencia y calidad bajo los tres palos. Durante su paso por el club, Santoro logró un impresionante palmarés: 4 copas nacionales (Nacionales 1963 y 1970, Metropolitano 1970 y 1971) y 8 copas internacionales que incluyen 5 Copas Libertadores (1964, 1965, 1972, 1973, 1974) y 2 Interamericanas (1972, 1973), además de conquistar la Copa Intercontinental en 1973.
Su debut se produjo en 1962, cuando las lesiones del arquero titular, Toriani, le abrieron la puerta para lucirse en la primera división. Aunque su camino no fue lineal, ya que tras unos partidos volvió a la tercera división, su talento y trabajo arduo lo llevaron a recuperar su puesto como titular en 1963, año en que empezaría a forjar su leyenda al ganar su primer título con el Rojo.
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Resiliencia y Grandeza
El 1964 fue un año complejo para Santoro debido a una lesión en la rodilla que lo mantuvo alejado de las canchas hasta la final de la Copa Libertadores, donde brilló bajo los palos y ayudó a su equipo a consagrarse campeón de América. Este tipo de resiliencia marcó su carrera, convirtiéndolo en un ícono no solo de la afición de Independiente, sino también del deporte en sí.
Su carrera en el club se extendió por 14 años, y tras su salida para jugar en el Hércules de España, Santoro siguió alimentando su pasión por el fútbol. Aunque tuvo un breve regreso a Independiente en la temporada 1976/77, su retiro fue prematuro. Una anécdota reveladora cuenta que decidió colgar los guantes tras unos comentarios poco afortunados de un aficionado, lo que habla de su sensibilidad y conexión emocional con el juego.
Un Legado Invaluable
Fuera de la cancha, Santoro continuó contribuyendo al fútbol argentino como director técnico de Independiente en múltiples ocasiones, así como entrenador de arqueros de la selección juvenil y de su club, formando talentos que hoy son referentes en el deporte, como Oscar Ustari y Damián Martínez, entre otros. Su legado trasciende las cifras y los trofeos; es un ejemplo de dedicación, pasión y respeto por el deporte.
En ese sentido, el director de nuestro medio, Agustín Ochoa Ortega recordó con cariño el 5 de agosto de 2014, cuando tuvo la oportunidad de conocerlo. Durante esa conversación, le mencionó que estaba celebrando su cumpleaños y su respuesta fue: “Tu autógrafo será mi regalo”. El abrazo que compartieron fue un momento que atesora profundamente, un reflejo de la calidez y humildad de un verdadero maestro.
Ciudadano Ilustre de Avellaneda
El 14 de septiembre de 2017, un hito significativo tuvo lugar en Avellaneda. En una ceremonia emotiva, Miguel Ángel Santoro, reconocido como uno de los mejores arqueros en la historia del fútbol argentino, fue declarado "Ciudadano Ilustre de Avellaneda" por los ediles del Honorable Concejo Deliberante Local. Este honor no solo subraya su destacada trayectoria deportiva, sino también su aportación a la cultura y a la identidad de la ciudad.
Para Santoro, ser nombrado Ciudadano Ilustre fue un momento “inolvidable”, un testamento de su dedicación y pasión por el deporte que ha cautivado a generaciones. Este reconocimiento no solo celebra su legado futbolístico, sino que también destaca la importancia del deporte como un pilar en la vida social y cultural de Avellaneda.
En este día tan especial, rendimos homenaje a Miguel Ángel Santoro, un grande del fútbol argentino cuyo legado perdurará en la memoria de todos los aficionados al deporte. Su historia es un recordatorio de que el fútbol es más que un juego; es una pasión que une generaciones y deja una huella imborrable. ¡Feliz cumpleaños, Pepe!