Por Agustín Ochoa Ortega. El Teatro Municipal Roma de Avellaneda vibró de una manera particular este fin de semana. No con la alegría usual de una comedia musical, sino con la intensidad cruda y visceral de "Muerde", un unipersonal que redefine los límites de la actuación y la narrativa escénica. Bajo una escenografía oscura y deliberadamente inquietante, el aclamado Luciano Cáceres ofreció una interpretación que dejó al público sin aliento.
Luciano Cáceres es sin duda uno de los rostros más reconocibles y apreciados de la televisión argentina. Con una trayectoria sólida y versátil, ha cautivado al público a través de sus interpretaciones en algunas de las telenovelas más exitosas de la última década, consolidándose como un actor de peso en la industria cinematográfica; teatral; y televisiva.
Desde el drama hasta la comedia, Cáceres ha demostrado su capacidad para asumir roles desafiantes y convincentes. Su participación en producciones de alto impacto como “Graduados”, “El Elegido”, “Botineras”, “Los ricos no piden permiso”, “Argentina: tierra de amor y venganza”, y la más reciente “1-5/18”, no solo le han brindado popularidad, sino que también han evidenciado su compromiso con la calidad y la diversidad de personajes.
Pero el talento de Luciano Cáceres no surge de la nada. Sus raíces están profundamente arraigadas en el mundo del arte. Su padre, propietario del emblemático “Teatro de la Calle Rincón” y actor de la obra “El hombre y sus muñecos”, sembró en el joven Luciano la pasión por la interpretación. Se dice que Cáceres, siendo un niño, memorizaba los diálogos de la obra de su padre, un indicio temprano de su vocación.
Sin embargo, el inicio formal de su carrera actoral se produjo a la temprana edad de diez años, protagonizando la obra “Heredarás el viento”. Esta experiencia formativa no fue casualidad, sino el resultado de su dedicación y estudio con la renombrada actriz Alejandra Boero, una figura clave en la formación de generaciones de actores argentinos.
En sus propias palabras, la conexión de Luciano Cáceres con el teatro es visceral y profunda: "no lo puedo poner en palabras, pero es mi vida, es mi medio de vida, es mi lugar más pleno y creativo. ya a esta altura, después de 36 años, lo sigo eligiendo por la adrenalina que me causa y por el placer que me causa también, y el miedo y el cagazo". Esta honestidad y vulnerabilidad, sumadas a su talento innegable, son quizás las claves de su éxito y del cariño que recibe del público.
Su pasión por el teatro es innegable, y como él mismo afirma, "el teatro es para valientes". Luciano Cáceres, con una carrera forjada sobre las tablas y la pantalla, continúa demostrando que el talento, la dedicación y la honestidad son los pilares de un legado que seguirá enriqueciendo la escena artística argentina por muchos años más. Su arraigo con el teatro, donde "nació y fue concebido en un escenario", promete seguir brindándonos interpretaciones memorables en el futuro.