“El Fixer” muestra el encuentro de dos argentinos que se encuentran por casualidad en un café de South Beach, en Miami, en tiempos de la pandemia. Uno es un periodista, de paso por la ciudad. El otro es un expatriado, un personaje misterioso, que dice haber estado vinculado a los servicios de inteligencia.
A lo largo de una conversación que comienza de manera trivial, el relato aborda algunos de los episodios más turbulentos de la historia argentina reciente. El hombre, que se define como un “fixer”, un arregla quilombos, parece conocer detalles críticos y haber participado de algunos de ellos. Bajo el sutil interrogatorio del periodista, la historia que emerge constituye una punzante radiografía de la Argentina actual.
Al respecto, A SUBIRSE A LAS TABLAS conversó en exclusiva con Edgardo Moreira, uno de los actores que actúan en “El Fixer”:
¿Qué sensaciones te generó el estreno de “El Fixer”?
En realidad, este estreno tiene dos andariveles que corren en paralelo porque uno tiene que ver con lo que uno conoce respecto a los nervios, al estrés del primer día, del público, de cómo van a reaccionar, si le van a gustar o no. Todo esto es conocido. Ahora hay una sensación que es la siguiente: la complicidad que uno siente con el público que se animó a salir de sus casas en medio de esta guerra viral porque la verdad todos salimos y vamos al teatro sabiendo que estamos poniendo una ficha, obviamente con todos los protocolos y cuidados, pero implica un riesgo que antes de la pandemia no existía. Esto hace que uno sienta en la sala una complicidad y emoción especial que lo acerca muchísimo más al público. Contrariamente a lo que ocurriría digamos en la imaginación de uno, que el público tiene como un bozal, ya que tiene puesto un barbijo que es verdad que amortigua de alguna manera parte de un sonido, una risa o exclamación, y, sin embargo, por lo menos lo que yo siento cada vez que me subo a hacer “El Fixer”, es que hay una atención tan grande, un silencio y en los momentos en donde se expresan a pesar del barbijo son muy fuertes, o sea, hay una conexión muy grande con el público. El público está muy atento porque es una obra muy controvertida, polémica, pero que inevitablemente captura la atención del público. Así que estamos muy contentos.
Estoy en el escenario con Enrique Dumont que es una delicia de actor, persona, lo conozco y he trabajado con él en “El Padre” hace cuatro años y la dirección de Daniel Marcove que verdaderamente fue un lujo y gusto trabajar con él y Enrique. Esta obra tiene un texto muy fuerte porque recorre los últimos treinta años de la Historia Argentina en situaciones muy dolorosas para todos nosotros que hemos vivido y que no están resueltas porque la verdad la justicia no la resolvió, con personajes que conocemos. Sin embargo, poder decir todo eso y no caer en una crónica o una catarata de datos o de una especie de documental, lejos de eso lo que nosotros pudimos crear a través del trabajo de los tres es una suerte de fuegos artificiales, como si el público entrará a un parque de diversiones y de golpe se empiezan a encontrar con permanentemente situaciones sorprendente que no saben para donde van a ir, para que lado va a disparar el personaje de “El Fixer” y eso hace que estén atentos a lo que está pasando.
La pieza teatral toca temas muy sensibles para los argentinos
Los temas que se abordan son: el accidente donde murió el hijo de Menem, la voladura de la A.M.I.A, la muerte de Nisman, Yabrán, Cabezas, las explosiones en la fábrica de armas de Río Tercero y un montón de situaciones que no se resolvieron y que fueron realmente hitos muy fuertes, que conmocionaron y siguen al día de hoy conmoviendo porque el primer sábado que estrenamos murió Menem y toda la semana siguiente fue una remoción de todas las situaciones, al sábado siguiente nosotros estábamos haciendo la obra y todo el segmento que tiene que ver con esa figura cobró una actualidad terrible, tremenda.
¿Por qué crees que esos hechos están muy presentes en la vida de los argentinos?
Eso fue una gran estafa porque todos recordamos lo que pasó con el dólar uno a uno y después lo que vino que fue la crisis tremenda del 2001, que fue consecuencia eso. Pero lo cierto también que era donde los argentinos iban a Miami y era deme dos, como que todo era re contra barato para nosotros y después eso se pagó. Más allá de todo esto estaba la situación política de lo que pasaba en Medio Oriente cuando se mandaron dos fragatas, después vino la voladura de la A.M.I.A, la Embajada de Israel, los 85 muertos en la A.M.I.A, el accidente tan dudoso de Carlitos Menem Junior que todavía está sin resolverse y los que murieron después de ese accidente que estaban implicados ahí. Es muy shakesperiano eso. Entre medio de eso estaba Alsogaray con tapado de bizón o venían “The Rolling Stones” y aparecían con Menem en la Casa Rosada o cuando vino Sean Connery acá para filmar el “Highlander”, que fue a jugar al golf y mientras que jugaban al golf le permitió que no le pagará los derechos que tenía que pagar a la Asociación de Actores. La Asociación de Actores dejó de cobrar una fortuna en dólares porque en cualquier producción internacional saben que cuando van a un país tienen que pagar el equivalente a lo que se paga que es un porcentaje del cachet que va a parar a la Asociación de Actores de cada país. Eso se lo condonó desgraciadamente.
¿Qué fue lo que más te atrapó del texto?
La dificultad. Realmente cuando yo la leí lo que sentí fue una gran dificultad porque dije como hago para decir todo, ya que es impresionante lo que hablo, y como hago para que la gente se entretenga y no se aburra. A partir de ahí con todas las canciones que cantó, los chistes y bailes que hago, el juego con las cartas, los distintos juegos que hago con el alcohol, vaporizador, los barbijos, empecé a observar personajes y a obtener distintas formas de conducta que están en el personaje que compongo y hay otras que son producto de la imaginación, pero eso es lo que me permitía hacer porque si vos mirarás lo que yo hago y no pudieras escuchar, seguramente no podrías pensar de lo que yo esté hablando es de lo que estoy hablando porque todo lo que hago no tiene nada que ver. Todas las cabriolas que yo hago, las cosas que voy haciendo, los juegos que voy proponiendo, algunos tanderosos, ingenuos, con sentido del humor, otros con ironía y hay momentos donde aparece la amenaza, lo pesado, peligroso de este hombre, pero mientras voy haciendo todos esos juegos casi circenses, es que la palabra va entrando en el oído del espectador, pero lo que está viendo no necesariamente se condice con lo que yo estoy diciendo y ese es el gran hallazgo del trabajo que hicimos y lo que hace que el público esté tan atento porque una cosa es lo que le entra por los ojos y otra cosa es lo que le entra por los oídos, que por momentos se juntan, se separan, se contraponen, ya que es un juego dialectico que hay ahí. Eso fue lo que más me atrajo como desafío de esta propuesta.
¿Cómo fue el proceso de preparación del personaje que encarnas en “El Fixer”?
Por un lado, hay toda una preparación vocal, de respiración, relajación, ubicación de la voz. Después hay todo un trabajo previo de las distintas tonalidades porque el espectro por el que yo atravieso desde el punto de vista vocal es muy grande, son colores diferentes en cada momento. La otra cosa que tuve que acostumbrarme fue a la ruptura permanentemente de no instalarme en ninguna cuerda, o sea, cada momento puede durar entre 15 y 20 segundos o 30 segundos como mucho y ya estoy rompiendo y pasando a otra cosa. Esto es una constante que tiene el personaje, es como una especie de montaña rusa, lo cual implica que, por ejemplo, yo habitualmente duermo una siesta de una hora o una hora y media a la tarde para poder llegar a la noche con las cuerdas descansadas y el cuerpo también, eso es fundamental para mí.
¿Coincidís con la siguiente afirmación: “este es un momento para sostener la cultura y el teatro y no para hacer una diferencia económica”?
La prueba de eso es yo estoy arriba del escenario en un momento donde no hay garantía de nada. Está aprobado el aforo del 50 por ciento y nosotros por decisión propia estamos trabajando con el aforo del 30 por ciento. O sea, lo que nosotros queremos es que el público se sienta seguro en la sala, lo que priorizamos es eso. Imagínate que es una función semanal, nadie puede pensar que puede hacer una diferencia económica, no estamos todos ahí porque tenemos la pasión por el teatro, porque, además, yo entiendo que el teatro cumple una cantidad de funciones de carácter social, político, reflexivo, psicológico, aunque en este caso particular que vivimos todos cumple una función sanitaria. ¿A qué me refiero con eso? Después de todo el tiempo de encierro que hemos tenido, con todas las dificultades que esto ha implicado e implican en el contacto y en la comunicación entre los seres humanos, el teatro está proponiendo recuperar ese contacto con los otros seres humanos, la comunicación, el participar en hechos que lo distraigan, le permitan durante una hora y pico salir del mundo tan difícil, paranoico y complicado que plantea un virus como este y durante una hora y pico entretenerse, divertirse, reflexionar, ir a comer o irse a la casa y poder hablar durante otro rato largo sobre las cosas que aparecieron, sintieron, las que piensan y eso es muy saludable. Más allá del contenido y las formas del espectáculo en cuestión, el teatro es como un vehículo para que la gente recupere su salud emocional, mental, física, que de pronto se prepara para poder ir a la noche de teatro, que use ropa diferente porque mientras que estamos todos guardados usamos lo mismo, que se vista, que se arregle, que se maquille, que se cuide, que empiece a tener estas cosas de la coquetería, de cualquier hecho social. En ese sentido, el teatro es muy necesario para la recuperación de la vida, de la alegría y de todo aquello que nos hace disfrutar de la vida.
¿Extrañabas subirte al escenario y tener ese contacto con el público?
Obviamente sí. Los actores somos como los deportistas porque un deportista no puede estar guardado un año sin entrenar, jugar al deporte que sea, ya que se achancha, engorda, pierde reflejos, la imaginación que no funciona, hay una cantidad de deterioros que se producen por el estancamiento.
A mí la obra me llegó en el mes de mayo. Durante varios meses estuvimos pasando la obra por Zoom hasta que retomamos los ensayos presenciales en noviembre, diciembre, enero y estrenamos el 6 de febrero. Para mí fue la gloria eso, volver a estar nuevamente con un compañero, improvisar, jugar, escuchar, mirar, atender las críticas del director, negociar, plantear, enojar, todas esas cosas que son vitales y las extrañábamos todos. Para mí ya es un placer estar haciéndolo, a eso se le suma que todas las críticas unánimemente son muy elogiosas, generosas y hablan de, tanto del texto como de la dirección y de las actuaciones, muy elocuentes y laudatorias. No me puedo quejar, sino al contrario estoy feliz, chocho de la vida.
Breve reflexión sobre el lugar que ocupa la música en su vida.
El lugar es central. Yo soy quien soy por el teatro. Tenía seis años cuando me subí a un escenario. Una vez que terminé el secundario entré al conservatorio y nunca pare de dar clases, llevó 46 años dando clases. No pare de hacer teatro en toda mi vida. Me defino por lo que soy. Cuando me preguntas que soy, y yo soy actor porque lo que yo hago es actuar, enseñar actuación y toda mi vida gira alrededor de eso. Mi identidad está íntimamente asociada al actor. No las podría disociar porque mi vida ya fue diagramada y mi vida hasta acá en un ochenta por ciento haciendo esto, entonces soy eso y para mí es la gloria el teatro.