Por Agustín Ochoa Ortega. Avellaneda, a menudo eclipsada por la omnipresencia de Buenos Aires, ostenta con orgullo un legado cultural que la define como una auténtica cuna del tango. Más allá de su perfil obrero e industrial, esta ciudad, emplazada a las puertas de la capital, vio nacer a figuras icónicas que marcaron la historia del género.
Eladia Blázquez, Néstor Fabián, Rubén Juárez, Adriana Varela... La lista de cantores ilustres que emergieron de las entrañas de Avellaneda es extensa y de un calibre innegable. Sus voces, impregnadas del sentir popular y las vivencias de la ciudad, trascendieron fronteras, llevando el tango a escenarios de todo el mundo.
Pero la influencia de Avellaneda no se limita a sus hijos pródigos. Sus clubes, puntos de encuentro social y cultural, fueron testigos del florecimiento de las más renombradas orquestas de la época de oro. La Orquesta Municipal de Tango, creada a principios del siglo XX, es un testimonio vivo de la pasión tanguera que siempre latió en el corazón de la ciudad. Y en sus teatros, como el Colonial y el Roma, resonó la voz inconfundible del "Zorzal Criollo", Carlos Gardel, quien cautivó a multitudes con su arte inigualable.
Esta tradición, lejos de extinguirse, se mantiene viva gracias al compromiso de las nuevas generaciones y al retorno constante de sus grandes artistas. Recientemente, el "Cantor de Buenos Aires", Carlos Morel, regresó a su Avellaneda natal para ofrecer un concierto memorable junto a la Orquesta Municipal de Tango en el Teatro Municipal Roma. La velada, que colmó las butacas del teatro, fue también la ocasión para la presentación de su libro, fruto del talento de la escritora avellanedense Viviana Palevski.
La historia de Carlos Morel, nacido en Gerli en 1958, es un ejemplo del talento que surge en Avellaneda. Su debut en la orquesta de Eduardo del Piano en el mítico "Cabaret Marabú" lo catapultó a la fama tras ganar el concurso "Grandes Valores del Tango" en 1980. Su carrera lo llevó a compartir escenarios con leyendas como Roberto Goyeneche, Juanjo Domínguez y Atilio Stampone, e incluso a formar parte del espectáculo "Forever Tango" en Estados Unidos. Tras años de trayectoria, regresó a Argentina y actualmente deleita al público en la casa de tango "La Ventana", demostrando que el alma tanguera de Avellaneda sigue resonando con fuerza. Avellaneda, sin duda, es mucho más que un suburbio de Buenos Aires; es un faro cultural que ilumina la historia del tango.
A SUBIRSE A LAS TABLAS conversó en exclusivo con el cantor de tangos Carlos Morel:
Al estar arriba del escenario del Teatro Municipal Roma de Avellaneda: ¿Se te vino a la cabeza ese pequeño Carlos Morel que soñaba con ser cantante?
C.M: Obviamente, fue una tarde muy especial por varios motivos. Primero, por la presentación de un libro, que no es poca cosa, el libro que escribió Viviana Palevski, que se llama Carlos Morel, el cantor de Buenos Aires. Segundo, por haber tenido la fortuna, de que a uno lo sigue mucha gente, de haber llenado el teatro, que por lo que me comentaba el director de la orquesta del tango, Diego Lerendegui que no era fácil traer gente al teatro. Sin embargo, lo llenamos de bote a bote, teniendo personalidades como Silvio Soldán, Ricardo Chiqui Pereira, una serie de compañeros artistas que estuvieron presentes, y con invitados de lujo como Néstor Fabián, Alberto Bianco, Néstor Rolán, con un cuarteto dirigido por Tony Gallo, y también con la participación especial de la orquesta del tango de Avellaneda.
Fue un show muy emocionante de por sí, con tremendo en calidad, y después obviamente se te mueve todo, porque en el libro de un testimonio de mi mamá, que falleció hace dos años, fue muy importante en la vida no solamente mía, sino en mi carrera, sino también de mis alumnos, de mi familia, entonces que haya un testimonio en este libro de ella y cantarle el tango que a ella le gustaba, que era Suerte Loca, no fue fácil, y viendo a mi hija más chica llorar en la segunda fila, que casi me quiebro, pero bueno, pude terminar el tema, así que eso te mueve todo, sentimientos, obviamente volvéis a los momentos cuando empezaste, a cuando cantabas en las casas de familia.
En definitiva, lo más importante de todo fue haber podido cantar para mi gente, para la gente de Avellaneda, haber tenido la presencia del Intendente, que es un amigo, Jorge Ferraresi, a quien felicité también al secretario de Cultura, a Federico, a quienes felicité por cómo tiene este magnífico teatro, que ya de por sí es bellísimo, pero lo tienen, que es un lujo, así que bueno, son un montón de sentimientos encontrados que hacen de que obviamente sea muy emocionante todo.
¿Cuán importante fue tu mamá en tu carrera artística?
C.M: Muy, muy importante, porque mi mamá me acunaba cantando tango, cantando bandoneón arrabalero, un tango antiguo, y en mi casa se escuchaba tango todo el día, entonces, gracias a Dios yo me hice tanguero, podían haber odiado el tango, a veces pasa que tanto escucharse en tu casa, pero afortunadamente ahora sé este género que es muy rico y muy hermoso, y bueno, ahora tengo cerca de 50 alumnos, algunos excelentes, algunos no tanto, más social, pero todos progresando, gracias a Dios.
Presentaste tu libro biográfico "Carlos Morel: el cantor de Buenos Aires": ¿Qué se te vino a la cabeza cuando te lo proponen?
C.M: primero dije que sí, que me gustaba la experiencia, segundo, el libro es un testimonio biográfico que son de la gente en sí. Hay un capítulo en el que hablo yo, pero mayormente la información es de parte de mi mamá, mi mujer, mis hijas, mis amigos de la infancia, mis amigos, algunos amigos que son alumnos y si no, amigos más, amigos, por ejemplo, compañeros como Tony Gallo, que fue el director del cuarteto de hoy. La idea fue, no tanto la biografía artística, que mucha gente puede tener acceso a eso, nomás googleando el nombre aparecen muchas biografías, pero si aristas un poco desconocidas de un artista, que es cómo es en su vida común, cómo es sus días, cómo es con sus amigos, cómo es con sus hijas, con su esposa, anécdotas, algunas desopilantes, otras no tanto, pero bueno, de todo eso se compone el libro.
Por eso me gustó más la idea, porque si fuese un libro frío, digamos, de estadísticas, de biografía, por ahí no lo hubiese encarado, pero me gustó el desafío de desnudarte un poco en tu vida privada, para la gente que le interese leer el libro, obviamente.
¿Haber ganado el concurso de "Grandes Valores del Tango" fue un quiebre en tu carrera artística?
C.M: Sin lugar a dudas, el ganar ese concurso, que aparte tuvo algo muy especial, porque los concursos que hacía Grandes Valores del Tango generalmente no terminaban, se hacían dos o tres meses, se sacaban de concursos, digamos, algunos que consideraban que era el mejor, y aparte que tenía jurado, un jurado que era variado; el jurado estaba integrado por directores de orquestas. Ser calificado por directores de orquesta, como por ejemplo Armando Pontier, José Basso, Leopoldo Federico, Luis Estasso, Pepe Libertela, es mucho más loable.
Me abrió las puertas del mundo del espectáculo con relación al tango, justo Héctor Varela se estaba yendo Jorge Falcón, cantante solista, se iba como a empezar su carrera solista, y Soldán, que estuvo esta noche, Silvio Soldán, me llamó al camarín y me dijo que Varela había visto el concurso y que le había interesado como para reemplazar a Jorge Falcón, o sea que de ganar el concurso el otro día ya estaba ensayando para debutar con una de las orquestas más grandes, y taquillera sobre todo, en ese momento, la número uno, porque venían todos los éxitos, así bailaban mis abuelos, que hoy lo cantamos con Bianco y Rolán, de Azúcar Pimienta y Sal; otros temas variados también.
Alguna anécdota que quieras compartir de tus comienzos en Avellaneda.
C.M: Bueno, artística tengo muchas, tengo por ejemplo haber cantado, compartido con Roberto Rufino y con Juan Vivas que era cantor de la Academia de Avellaneda, y cantor de la orquesta estable, cantor estable de la orquesta de Avellaneda. Entonces nosotros le dijimos, obviamente Rufino que sí, que era un cantor de los números uno, él cerraba el espectáculo y le dijimos, canta Juan Vivas, cantaba yo y después cerraba Rufino. Entonces le dijimos, si queréis invítanos y terminamos cantando a trío el tema "Quiero de mí", que era un éxito de él con Goyeneche.
Y la mujer que estaba dijo, no, no, no, él termina cantando. Bien, le dijimos. Entonces me acuerdo de que era oscuro el salón, así que fuimos a tomar cerveza a una mesa, yo era muy joven, tendría 24 años, 25 años, fuimos a tomar cerveza a una mesa y yo tenía puesto un smoking con chaleco, camisa. Y hacía tanto calor que me saqué toda la ropa de la parte de arriba, me quedé en cuero, digamos, y me puse a tomar cerveza, a charlar bajito, porque estaba cantando Rufino. Y a Rufino no le fue tan bien, con el aplauso de la gente. Entonces en el último momento él, como para levantar la cosa, nos llama a Juan Vivas y a mí para que subamos a cantar, pero así de sorpresa.
Entonces Juan Vivas arranca, que estaba vestido con su traje y su camisa, y me dice, dale, dale, vamos. Y yo alcancé a manotear el chaleco, así que subí en cuero y con chaleco a cantar y entonces Rufino no podía parar de reírse, no podía cantar de la risa. Y me acuerdo de que cuando se encontró con mi vieja un día en Grandes Valores, en el estudio, le contó la anécdota. Le dice, tu hijo es un loco, mira lo que me hizo: salió a cantar en cuero y con chaleco. Esa fue una anécdota fabulosa.
Reflexión sobre el lugar que ocupa el tango en tu vida.
C.M: te diría que prácticamente toda mi vida. Obviamente primero está mi familia, primero están mis amigos. Pero en relación a lo que es el amor, como si fuera un deporte, una afición a algo, sin lugar a dudas lo primero es el tango. Aparte, también llevo una vida, puedo decir que vivo del tango, pero también vivo para el tango. Porque tengo alumnos lunes, martes, miércoles y jueves, de la mañana a la noche, de martes a sábado.
Estoy en una casa muy prestigiosa en San Telmo, que es La Ventana, donde recibimos turistas de todo el mundo. Y, me queda el fin de semana para estar con mi familia y tener alguna, digamos. Por ejemplo, el billar, me gusta jugar al billar. Es una de las cosas que hago cuando no me dedico a cantar o a enseñar. Así que es muy importante, ocupa un lugar muy importante en mi vida.