Por Agustín Ochoa. El reconocido actor Juan Palomino se subirá el viernes- 7 de junio- al escenario del Teatro Municipal Roma de Avellaneda para presentar “Ocho cartas para Julio”.
A SUBIRSE A LAS TABLAS dialogó en exclusiva con Juan Palomino:
¿Qué expectativas tienes con tu presentación en el Roma?
Las expectativas son las que siempre un actor tiene cuando se va a enfrentar a un público nuevo. No es la primera vez que voy a estar en el Roma ya que estuve presentando hace mucho “La Tentación” de Pacho O’Donnell con Raúl Rizzo y dirigido por Santiago Doria, o sea, al Teatro Roma lo vengo conociendo. Lo que pasa es que en estas circunstancias es como un doble placer porque de alguna manera Avellaneda con sus políticas culturales, con el desafío de la gestión que lleva adelante Jorge Ferraresi con su Secretaria de Cultura que es la compañera y colega Victoria Onetto habla mucho de lo que significa el rol del Estado. Entonces, caer, estar, disfrutar de un espacio como lo es el Teatro Roma para nosotros los actores, que no solamente nos ocupamos de entretener muchas veces en la televisión, es un espacio de objetiva mirada sobre lo que significa el rol del Estado y lo cultural dentro del Estado. Para mí es una gran responsabilidad porque es enfrentarme también al público desde un espectáculo que tiene que ver con la palabra y la música, más allá de lo que uno ha sido y bien, del rol que uno haya cumplido en la televisión me parece que es un gran desafío de parte nuestra y de la dirección a cargo de Daniel Berbedés. Va a ser una linda experiencia y una gran responsabilidad.
¿Se podría decir que Avellaneda se convirtió en uno de los polos culturales de la provincia de Buenos Aires?
No cabe la menor duda porque vos empezas a ver la programación que lleva adelante Roberto Mariani (Director del Teatro Roma) eso por un lado, pero después el recorrido que uno puede llegar a hacer con respecto a las distintas actividades participativas e inclusivas que lleva adelante el municipio habla de un espacio de resistencia cultural contra el famoso neoliberalismo que impera a nivel global. Es muy loable la participación del Estado devolviendo a los vecinos con sus aportes la posibilidad de acceder a precios accesibles, a hacer determinados cursos y actividades, sostener una escuela de cine; digamos que hay una serie de instancias que tienen que ver con entender a la cultura como una política de Estado, como debería ser y creo fervientemente que es.
¿Crees que con llevar estas políticas culturales la cultura estaría en un mejor momento?
Yo creo que en ese sentido más allá de lo zonal. Es gran desafío del artista es siempre producir y como diría Roberto Arlt “Producir con prepotencia de trabajo”; eso sería una condición del artista en cualquier sistema, pero cuando ese artista es contenido por el Estado, que a su vez lo conformamos todos por medio de nuestros representantes, me parece es como que hay que atender y estar atentos para poder replicar de alguna manera, la participación activa del Estado, a nivel nacional y continental, en tiempos donde de alguna manera lo que se propone es una participación activa, que no me parece mal, de las empresas privadas, pero el que monitorea el plan, el proyecto para mí el Estado con las contribuciones de cada uno de los ciudadanos y ciudadanas que pagan sus impuestos.
¿Qué opinión tienes acerca del precio de las entradas?
Me parece que está muy bien porque es el Estado que le devuelve de alguna manera al público, contribuyente una posibilidad de acercarse con precios populares. Cuando sabemos perfectamente que una entrada en un teatro comercial no baja de los 800 y 1000 pesos según sea el espectáculo y la propuesta. Que el Estado, en este caso el Roma cobre 120 pesos me parece que es un precio razonable más en estos tiempos. Sé que eso depende también de la realidad que estar viviendo y uno no la puede soslayar. Para muchos argentinos y argentinas 120 pesos puede ser mucho dinero porque sabemos perfectamente lo que cuesta 1 litro de leche, 1 kilo de pan, la carne, alimentarnos, viajar o tomar un subte, colectivo, pero en ese sentido comparando con los teatros nacionales me parece que es un precio razonable en estos tiempos que corren.
Has tenido la posibilidad de ir a varias funciones en el Teatro Roma: ¿Cómo describirías al público de Avellaneda?
Maravilloso. Primero estuve viendo a mi mujer Charo Bogarín con la sala llena a tope y el público participando activamente, luego estuve contemplando y disfrutando de la participación de Dolina y de su equipo con “La Venganza será terrible” y después con otra presentación de la Charo. Dos encuentros culturales de gran calidad y compromiso artístico y político para no negarlo. Creo que el público en ese sentido tiene como un ejercicio, un ejercicio de saber que estuvo Gerardo Romano, Leo Sbaraglia y me voy a quedar corto de la cantidad de colegas que han pasado por el Roma, lo que quiero decir es que el público tiene el ejercicio de la gran variedad de propuestas que la dirección del Roma y de la Secretaria de Cultura en este caso de Vicky tiene y le presenta al público. Por eso digo que ahí está la clave de entender una política de Estado también entendiendo las propuestas de determinados actores sociales, en este caso actrices, actores, cantantes, cantoras que eligen un repertorio determinado.
¿De qué se trata “Ocho cartas para Julio?
Lo que intentamos hacer y plasmar arriba del escenario acompañados por la música una relación epistolar, un recorrido por la vida de Julio Cortázar a partir de la mirada de un personaje que ha sido creado por Gabriel Lerman y por quien acá está en el rol del actor. Un mito de Basabilbaso que le escribe ocho cartas, que representan distintos momentos de la vida de ambos, su egreso en el Mariano Acosta, la carrera de Julio en Chivilcoy y luego en Mendoza, su viaje a Europa, a su misión universalista del arte. Digamos que todo ese componente que construye la identidad Julio Cortázar está presente en las ocho cartas. El espectador va a ir a desenmascarar y a descubrir un personaje como Julio Cortázar tan argentino, latinoamericano a partir de un momento determinado acompañado de la música, que fue su otra pasión como el jazz, el tango y el box. No se le escapa al peronismo como una alternativa frente a lo que venía sucediendo antes y posteriormente al golpe de Estado a Don Hipólito Yrigoyen, no se le deja de lado ni se desestima el golpe a Perón en el 55 y la revolución famosa “Libertadora o Fusiladora” tampoco se le hace a un costado a la Revolución Cubana. En fin, es una obra epistolar donde cada carta representa un estado, cada fragmento tiene que ver con un estado de ánimo del personaje que escribe y después lee. Para mí es una gran alegría poder aventurarme en tiempos donde pareciera que personas que han sido elegidas leen en voz alta y mal, pero bueno acá van a tener el ejemplo de lo que significa leer en voz alta y también el otro desafío fue no haberlo aprendido de memoria porque el hecho de la lectura en voz alta también es una posibilidad de acercamiento a los textos y de invitación al público a poder entender esto de lo que significa la lectura. Entonces, es una grata experiencia y el hecho de leer fue también una decisión de estética, de retomar al hábito de la lectura, el hábito de leer una carta en papel, aunque parezca anacrónico el hecho es una decisión estética.
¿Qué es lo que más te gusta de “Ocho cartas para Julio”?
Retomar la lectura, el valor de la palabra, la sonoridad, el color, la textura, las palabras, el espacio. Algo que destacaron y destacan las críticas de encontrar en el valor de las palabras y lectura un símbolo universal y un personaje que de alguna manera se expresa a través de la lectura. Y, el hecho está bueno, por lo menos me construye como artista, actor desde otro lugar y también saliendo del personajes como pudo haber sido un Martín Fierro, Dorrego, Bernardo de Monteagudo en la revolución del sueño eterno o un Moreira; digamos encontrarme con este mito Basabilbaso y la lectura siendo el profesor que egresó de la Escuela Normal de Profesores “Mariano Acosta” es una grata satisfacción.
Breve reflexión sobre el lugar que ocupa la actuación en tu vida.
La actuación ocupa el lugar que ocupa también mi mirada del mundo. En este sentido tengo que relacionarlo directamente con mi concepción del mundo en el que quiero vivir y el mundo que quiero construir, ayudar a construir. Para mí el sitio de la actuación, el ejercicio del arte me permite eso fundamentalmente. Sabemos que los actores que hemos sido y somos también entretenedores porque entretenemos con nuestras historias pueden ser con más o menos contenidos. Para mí la actuación está compuesta por varios dramaturgos que han contado y que cuentan el tiempo que les tocan vivir, historias. Y para mí actuar es la herramienta necesaria para contar el tiempo que me toca vivir y poder en ese sentido grabarlo, que quede en la memoria, que de alguna si es en la televisión, que quede en la televisión, si en el cine que quede en el cine. La actuación es eso la herramienta necesaria para poder seguir contando historias que estén ligadas al tiempo que me toque vivir.
“Son los grandes desaciertos que tenemos como sociedad. Muchas veces estamos más pendientes de lo que sucede en el fútbol que lo que el legado que hemos recibido de nuestros grandes dramaturgos, hombres de las letras como en este caso Julio Cortázar, Borges, que más allá a donde este parado políticamente, me parece que son personas, actores sociales que han contribuido no solamente a construir y a reconstruir a proyectar nuestra idiosincrasia y nuestra forma de vida sino que también han transcendido las fronteras y han podido construir desde esas otras fronteras y otras identidades obras que han quedado grabadas universalmente más allá de lo que nos corresponde a nosotros como argentinos y latinoamericanos”, reflexionó Juan Palomino sobre lo que sucedió con la casa de Banfield del escritor Julio Cortázar.
N.de.R: El escritor Julio Cortázar vivió desde los 4 años hasta los 17 años en Rodríguez Peña 585, Banfield. Además, en esa casa se inspiró para escribir el cuento "Casa Tomada", que se publicó en 1946; en el cuento "Deshoras" relata las calles empedradas donde estaba su casa y en su cuento "Bestiario la única estación que nombra es la de Banfield. Estudio en la escuela N°10, que hoy en la actualidad lleva su nombre. Pero tristemente hace muchos años esa casa histórica y en la que se inspiró tantas veces Julio Cortázar a la hora de escribir sus cuentos fue tirada abajo; y hoy lo único que indica que en ese lugar vivió este gran escritor es un cartel.
Podes retirar tus entradas en las boleterías del teatro – Sarmiento 109, Avellaneda.
Podes retirar tus entradas en las boleterías del teatro – Sarmiento 109, Avellaneda.
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