Por Agustín Ochoa. El grupo teatral “Amanecer teatral hasta la resistencia” presentó el jueves 26 de septiembre la obra “Amanece que no es poco” en el Teatro Municipal Roma de Avellaneda.
A SUBIRSE A LAS TABLAS dialogó en exclusiva con el director de la pieza teatral, Franco Guili:
¿Qué expectativas tenías con esta presentación de “Amanece que no es poco”?
Obviamente la presentación tras 20 años del espectáculo nos genera a todos como grupo “Amanecer teatral hasta la resistencia” una enorme conmoción. La conmoción fundada no sólo en volver a estar juntos en el escenario porque nunca lo hemos dejado de estar juntos en el escenario de otra u otra forma y en los escenarios de la vida también acompañando su desarrollos y crecimientos el de ellos y el de tantos otros y otras ya que más de 400 niñas, niños y adolescentes que concurren a nuestros espacios de arte inclusivo. Pero estar ahora cuando ellos tenían por entonces 13,14, 15 años con una vida en calle promedio de 5 años y hoy ellos ya grandes con 32, 33 años asumiendo los roles protagónicos es muy fuerte, muy conmovedor para todos nosotros, y un reencuentro con nuestro ADN , con nuestra esencia y con la génesis de un proyecto que nos dio enorme satisfacciones más que nada la de verlos crecer, convivir con ellos como grupo artístico porque podemos decir con orgullo que fuimos la primera comunidad de arte con vivencial en donde 14 chicos que vivían en la calle junto a 14 actores nos sosteníamos mutuamente en ese acompañamiento y crecimiento. Así que esto es lo que me genera una gran expectativa, una gran emoción, una gran ansiedad como todo reestreno después de 20 años.
¿Qué es lo que más disfruta de hacer “Amanece que no es poco”?
Lo que más disfrutamos es estar en familia arriba de un escenario como si fuéramos troupe de circo o esas troupe de varletta del teatro independiente. Te diría en este caso casi marginal donde juntos consagramos ese sueño, ese sueño que antes de cada función tiramos al agua y digo agua porque de verdad hay agua en el escenario, monedas que son sueños como si fuera esta la fuente de los deseos, y después por esas cosas de la vida maravillosas como diría Armando Tejada Gómez: “Hay que soñar la vida para hacerla cierta. Esos sueños se van cumpliendo”. Así que esperamos esto que aparezcan otras salas, que la temporada 2020 que se nos van a presentar este llena de la caricia del público y reconocimiento que estos chicos sobre todo se lo merecen y los actores que acompañan desde siempre este proyecto terminen de concretarse los logros.
¿Cómo surge la idea de incorporar al elenco teatral niños y adolescentes en situación de calle?
La idea surge de una escritura primero. Yo por entonces trabajaba en el Cervantes, entonces mi secretaria una de las hijas de Armando Tejada Gómez me da “Amanecer bajo los puentes”, una autobiografía escrita por Armando de su infancia pueblerina allá en Mendoza, y me dijo vos de acá vas a sacar una obra de teatro, venía ya como dramaturgo escribiendo teatro social fundamentalmente, y le digo por qué quieres estos y me dijo porque siento que va a hacer así. En realidad no solo escribí una obra sino que concrete un proyecto que hoy se denomina Asociación Amanecer, un grupo que hace talleres y que también está hace 20 años; así que hoy Amanecer para mí y para muchos sea tornado un proyecto de vida donde nos podemos reunir, encontrarnos, acompañar la vida de tantos chicos y chicas en situación de vulnerabilidad social. El arte es una herramienta sanadora, reparadora, reductora de daños que nos permite re-descubrirnos, re-pensarnos incorporando valores, contenidos y fundamentalmente la esencia de los humano en el juego lúdico, teatral, en la capacidad de poder expresarnos con la libertad que da el arte. Fue entonces cuando tras la escritura contacté en su momento con el Cainen, un centro de día al que asistían chicos en situación de calle, y empecé como profesor de teatro voluntario a enseñar y dar un taller de teatro con los chicos. Y los que prendieron empezaron a ser parte de nuestra troupe y juntos a los actores que se venían formando conmigo en escuelas de teatro emprendimos este sueño juntos al que muchos lo consideraban una utopía; cuando digo muchos son los de afuera, pero los de adentro la vimos muy clara, que era posible y que fue posible. Hoy esos chicos que ya son jóvenes son replicadores ideológicos, talleristas, operadores sociales, payasos hospitalarios, en fin una multiplicidad de funciones que también desarrollan dentro de la propia organización acompañando a chicos que están en situación de calle, de comunidades originarias donde tenemos distintas subsedes de norte a sur, siendo parte permanentemente de nuestra génesis; esto de recibir y dar permanentemente como un puente, y ellos son actualmente los más dadores así que eso es un orgullo que tenemos todos porque fueron ellos los que lograron esto y también fueron nuestros maestros en este sentido porque muchos no sabíamos de esto, salvo algunas experiencias de mi propia adolescencia trabajando desde el marco social, desde un grupo parroquial. Así que ellos ahora tienen sus familias, son líderes, y además tienen participación activa en la acción juvenil de amanecer e integra algunos de ellos la propia comisión directiva.
¿El teatro como herramienta para la inclusión social? ¿Por qué?
El teatro para nosotros es un espacio de encuentro, es nuestro templo y desde allí marcamos la disciplina, no hay otra disciplina que esta porque digamos que para ser actor se necesita tener cultura y la cultura se adquiere en los espacios de la escuela, leyendo, viendo espectáculos, compartiendo música, lenguajes. Entonces a partir de allí tenemos poetas, escritores, actores que incluso están en televisión, en varias telenovelas que han trabajado con otros directores como Daniel Marcove o que han trabajado en películas, largometrajes de producción internacional o locales o en documentales que cuentan su historia y que reavivan digamos un poco ese andar de la infancia en calle hasta llegar a una adultez madura, crecida, sólida que lo alejo definitivamente de la calle. Así que bueno un hecho singular por eso damos charlas, formamos y capacitamos a asociaciones civiles en todo el país a través de un programa que se llama “El arte incluye”; a través del cual los invitamos a hacer exactamente lo mismo. Yo creo que los grupos artísticos, corales, de baile, circo, teatro, en fin de todas las ramas musicales pueden incorporar aunque sea un niño o niña que este en situación de calle y abrazarlo en la tarea de encontrar un denominador común que los proyecte y nos proyecte a ambos.