Por Agustín Ochoa. Los reconocidos actores Héctor Calori y Guillermo Marcos se subirán el miércoles 8 de enero a partir de las 19 al escenario del Teatro Multiescena- Avenida Corrientes 1764, Capital Federal, para presentar la obra de teatro “Aeroplanos” del escritor Carlos Gorostiza.
A SUBIRSE A LAS TABLAS dialogó en exclusiva con el actor radicado de hace unos años en Piñeiro (Avellaneda), Héctor Calori:
¿Cuáles son las expectativas tienen para este 2020?
“Las expectativas son muchas porque confiamos mucho en la obra. Ya de alguna forma estuvimos viendo cuál era la repercusión en el público porque estuvimos haciendo giras por toda la provincia, por distintas intendencias, y la verdad el resultado fue increíble, maravilloso, y sospechamos que acá va a hacer más o menos parecido o sino mejor porque la posibilidad de estar en una sala convencional y con un teatro especifico porque hemos ido a lugares, que lo adaptamos para hacer la obra y siempre en condiciones muy buenas porque la gente en todos lados recepta muy bien la obra, se comporta bien con nosotros.
Y específicamente confiamos mucho en la obra porque habla precisamente de la amistad, de los valores que tiene eso, todo lo que conlleva una relación de muchos años entre dos amigos, todas las alegrías, los sinsabores que han transitado juntos, y están en una etapa de la vida, donde va a suceder en un momento de la obra un momento de quiebre donde van a hacer una especie de sinceramiento de lo que les está sucediendo a cada uno de ellos en relación al paso del tiempo, a todo lo que fue aconteciendo y a todo lo que les va quedando. Lo maravilloso es que la obra no tiene ningún sentido melancólico, en el sentido de que no tiene una mirada triste sino que tiene la mirada lógica del tiempo, que está visto de un lugar optimista en el sentido de que uno mientras se aboque a los proyectos y ser coherentes con eso siempre tiene posibilidades de seguir estando o la pulsión de vida muy a full. Y eso es lo que creo que le pasa al público, que se emociona, se divierte mucho, pasan por diferentes sensaciones y a nosotros nos produce una enorme felicidad porque aparte con Guillermo Marcos, que es mi compañero en la obra, en lo particular tenemos una relación de muchos años de amistad, que nos sirvió para sumar a lo que Gorostiza quiere contar a partir de la obra.
¿La palabra amistad está devaluada?
Para mí no está devaluada la palabra amistad. Si bien uno no es amigo de todo el mundo, tengo bastantes amigos, que somos amigos de mucho tiempo; y precisamente lo que hizo la amistad persistiese a lo largo del tiempo es coincidir en los valores, sentimientos en relación a la solidaridad, estar presente cuando el otro lo necesita, a escucharlo al otro, que el otro te escuche, a ser compañero del otro en todo sentido sea hombre o mujer porque no es una cuestión de sexo. Y como yo deicidamente me inscribo en esa sensación, en esa relación, para mí lo que estamos contando es absolutamente vigente porque yo creo que sí, sigue estando ni mucho menos está degradado la palabra amistad sino que depende de las experiencias que uno vaya teniendo cada uno. Pero en general, cuando un amigo es de ley, en el buen sentido de la palabra, suele no fallar y a uno siempre le sirve como sostén para los momentos difíciles, y de disfrute para los momentos alegres. Así que me parece que la obra cuenta todo eso, y nosotros estamos realmente contentos de transitarla desde ese lugar.
¿Qué es lo que más te gusta de hacer “Aeroplanos”?
Lo que le pasa al público, la empatía que produce en el público el tema y nuestro trabajo. (Puede sonar muy soberbio el comentario) Yo creo que es una muy buena versión de “Aeroplanos”, que la gente lo entiende así, y cuando la gente está contenta y uno siente eso, lo percibe en el clima, en los silencios, en las risas, en cómo receptan cada una de las situaciones que van transitando los dos amigos se hace muy placentero estar arriba del escenario. Cuando uno es el trasmisor y el otro el receptor, y se fusionan como tal inevitablemente la comunicación hace que las cosas tengan el destino que uno le quería darle.
¿Qué balance realizar del 2019 de “Aeroplanos”?
Muy bueno porque cuando Guillermo, quien fue el que me propuso hacer la obra, me dijo de hacerla yo tenía una expectativa normal, la leí y me encantó la pieza. Yo conocí al escritor de la obra, Carlos Gorostiza; pero paradójicamente a esta obra no la conocía y me maravillo. Empezar a transitarla me dio un enorme placer, alegría, y la verdad es un disfrute, que después de tantos años de profesión siento que me estimula, me da ganas de subirme al escenario, y contar todas las noches ese cuentito para que la gente disfrute yo disfrute básicamente. Yo soy de los actores que, más de allá de que entiende que el público es lo más importante en el sentido que es el que está ahí, paga la entrada y está esperando que uno le cuente algo, si uno no disfruta arriba del escenario haciendo comedia, o lo que fuese es poco probable de que la gente le pase más o menos algo parecido. Entonces como a mí me sigue pasando, como en casi todas las obras que vengo haciendo, pero en está mucho más porque hay como una empatía en cuanto a los tiempos, el personaje, si bien por ahí es un poquito más grande que yo, pero ya tiene que ver con mi vida, mi edad, mis tiempos; entonces todo es muy fluido en ese sentido y con Marcos pensamos lo mismo. Así que estamos muy contentos con esto.
¿Qué sensaciones te genera recibir el cariño del público?
De alguna forma es lo que a uno lo gratifica también, lo que termina de completar la labor de estar arriba del escenario trabajando como actor. El trabajo del actor lo completa siempre el público. Es la parte complementaria del actor. Sin el público no seríamos nada. Encima ves que te esperan con admiración, gratitud por lo que le ofreciste, quieren sacarse una foto, o sea perdurar en el recuerdo, la sensación de ese momento que vivieron uno se pone muy contento y dice es tarea cumplida. Hace 54 años precisamente que estoy metido en esta profesión y la verdad me da un enorme placer sentir que sigue siendo tan vital y que no decaído para nada el estímulo de subirme a un escenario y contar un cuento. Y cuando el cuento encima está tan bien escrito, representativo de lo que uno quiere contar la felicidad es doble porque se conjugan el deseo de subirme a un escenario, actuar y el texto que uno tiene que interpretar y de alguna forma quiere expresar lo que uno desea.
Breve reflexión por estos 54 años de trayectoria.
Con tanto tiempo de tránsito en la profesión yo no sé hacer otra cosa, por más que haya estudiado, y transitado otras cosas. Mi vida pasó por el teatro. Cuando yo laburaba en Entel, hacía teatro a la noche. Y mi estímulo de trabajar en la central telefónica era saber que a la noche me paraba en el escenario e interpretaba textos y hacía Shakespeare, entre otros ya que he transitado todos los autores clásicos. Todo fue como distintas melodías, que uno fue interpretando, y eso es para el que le gusta es como la completud que uno siente como ser humano. Es como decir que uno encontró algo que le da la razón de ser, de vivir, y cuando uno encuentra tanta empatía, comunión con el trabajo que uno desarrolla y cuenta; creo que es la plenitud, por lo menos del plano de acción y realización, del ser humano.