Por Agustín Ochoa. -Segunda Parte- En conversación en exclusiva con
A SUBIRSE A LAS TABLAS, el cantor de tango Hernán Lucero repasa
su infancia en Claypole, los recuerdos que le dejo su barrio, sus primeras
presentaciones, reflexiona sobre el lugar que ocupa el tango en su vida.
¿Qué recuerdos tenés
de Claypole?
Tengo los recuerdos
más hermosos. Tengo “Horizonte”; mi barrio de Claypole; mis queridos amigos del
barrio, el fútbol, la camiseta del “Tambo” que vestí jugando en las divisiones
inferiores incluso he jugado un partido en reserva, la camiseta de mi querido
Club Atlético Claypole, el colegio, el Club “Taponazo”; que fue el primer
escenario que me subí a cantar; las primeras bandas de rock, los ensayos en el
“Carpincho”-cerca de la estación de Claypole-, ensayos en Rafael Calzada, la
vida, las tocadas en Lomas de Zamora a fines de los 80 y principios de los 90
entreverado en la movida del Blues del Sur ya que había toda una movida de
bandas de Rock y Blues muy buena. Recuerdo “Los Gallos Rojos”, que era una
banda que venía de Cañuelas; “El Sindicato del Blues”, “El Ojo Vicioso” y un
montón de bandas de rock que de que los tipos eran más grandes que yo porque
era apenas un adolescente, aunque tuve la suerte de entreverarme ahí y de ir
templando el corazón al gusto popular, a la emoción popular. De Almirante Brown,
precisamente de Claypole tengo ese recuerdo de las primeras veces de subirme a
un escenario, y del futbol. Dos cosas que se comparten con amigos: el fulbito
en el potrero del barrio, en el baldío, en el Club Claypole y la música, las
bandas de rock que tenía cuando era adolescente con mis amigos.
Almirante Brown es un
distrito bien tanguero ya que grandes referentes del género han vivido o
presentado en las diferentes localidades, incluso Adrogué fue declarada la
capital nacional del tango. ¿Cuánto influyeron estos “aires tangueros” para que
elijas al tango como tu estilo de vida?
No tengo respuesta para esa pregunta, que está muy bien. Algo debe haber. Haber vivido con la leyenda de Celedonio Flores, vivió un tiempo en Claypole. Celedonio es uno de los grandes poetas del tango. Es uno de los poetas a los que más grabó Gardel. Quizás tenga que ver con eso, pero yo creo que haber elegido el tango como forma de expresión, oficio, profesión tiene que ver, más allá del lugar geográfico en el que me crie, con una idea de lo que yo consideró popular y eso tiene que ver con Claypole. Haberme criado en un barrio humilde quizás haya ayudado a que yo elija el tango como forma de expresión, profesión, oficio. Contemplar lo que el pueblo necesita, le falta. Vaya a saber por qué encuentro algo en el tango que me hace sentir de poder abrigar esa necesidad popular. Quizás vaya por ahí, y en ese caso sí, el paisaje de mi infancia, barrio tiene todo que ver con lo que soy hoy como cantor.
En estos últimos años
el tango fue tomado por las clases sociales más altas, aunque nunca va a dejar
de pertenecer al pueblo, al barrio…
Sí, es absolutamente
así. A mí el tango me ha llevado a recorrer escenarios de todo el mundo, he
cantado en algunos de los teatros más importantes de Europa, como por ejemplo
en el Auditorio Parco de la Música de Roma, he cantado en el festival de Cine
de Biarritz de Francia, en Madrid, Barcelona, en Montevideo, precisamente en el
Teatro del SODRE- un escenario por el cual han pasado las más grandes estrellas
de la lírica. A este muchacho de Claypole, el tango lo llevó a cantar a esos
lugares. Yo siempre tengo la sensación de que vaya a donde vaya, cuando llevó
el tango, llevó a mi barrio conmigo, esas personas que ya no están, aquellas
caras que uno busca ahí entre la penumbra del recuerdo- ese famoso viste ¿cómo
se llamaba aquel que venía de no sé dónde a jugar con nosotros, embarrarse en
el potrero? -. Cuando me subo al escenario, todo ese barrio sube conmigo porque
es mío y soy parte de él, aunque ya no viva ahí, hayan pasado décadas de que me
fui, sigo siendo de ahí y siempre seré de ahí. Uno de los tantos tipos, que fui
porque creo que uno es varias personas a lo largo de su vida, es de Claypole.
He sido muchas personas y seré todavía algunas más hasta que parta de este
mundo, aunque hay una esencia que las une a todas esas personas que he sido y
esa esencia es sin dudas me la dio el barrio de a dónde vengo.
Breve reflexión sobre
el lugar que ocupa en su vida el tango.
Por empezar, el tango
es mi medio de vida, mi familia come gracias al tango. Trabajó de cantor de
tango, así me ganó la vida, así paró la olla digamos.
Por otro lado, la
respuesta está un poco en todo lo que venimos charlando hasta ahora. El tango
también es una manera de pararse ante el mundo. El tango es una ética de la
solidaridad en si misma. Cuando escuchas cantar a Gardel; yo creo que es el
artista más grande que ha dado este pueblo y que yo conozco; lo más importante
que vas a escuchar en su voz es la PIEDAD. Gardel tiene una voz piadosa, y en
esa piedad hay algo que jamás permitiría señalar con el dedo porque hay muchos
tangos que son increpantes. ¿Por qué te digo Gardel? Porque como canta Gardel,
es cómo debe cantarse el tango, no de otro modo. Así se canta el tango cómo lo
canta él y no porque se peine a la gomina, tuerza la boca para un lado cuando
sonríe, sino con esa emoción. Eso que te hace sentir Gardel cuando canta se
puede resumir con una palabra que es solidaridad, y si queres llamarlo empatía.
Gardel nunca es increpante, siempre es piadoso. Por eso cuando dicen que el
tango es machista, yo les digo bueno el tango pertenece a un tiempo, a una
sociedad machista, pero escuchen a Gardel para ver si hay machismo en lo que
canta. ¡Que va a haber machismo!, no al contrario. Eso es el tango para mí.